martes, 24 de agosto de 2010

6. Una chica de dos caras.

La mañana del día siguiente era en comparación a las anteriores muy grisácea. Grandes cúmulos de nubes cubrían el azul del cielo dejando apenas pasar unos contados rayos de sol. Cuando Nozomu llegó a la habitación de Nao este estaba extrañamente despierto y casi listo para recibir a su compañera de planta. El pequeño rubio ya tenía ganas de conocer a esa chica que conseguía que Nao se levantará de la cama.

-Esa chica debe de gustarte mucho. -dijo mirando al joven esquizofrénico ir y venir por todo el cuarto.
-No me gusta… -replicó por, lo que le parecía a él, la milésima vez.
-Ya, ya… y esa chica que no te gusta ¿por qué está aquí?
-Tiene trastorno maniaco-depresivo. -Giró la mirada al rubio que le observaba con cara de no haber entendido -Es bipolar…
-¿Es bipolar? Que gracioso. -afirmó el rubio inocentemente.
-¡Nada de gracioso! ¡Es una enfermedad como cualquier otra, como la anorexia o lo que sea, no es cosa de risa y no es para nada como la pintan, para nada! -exclamó en tono indignado.
-Lo… lo siento, ni me he parado a pensar. -contestó Nozomu avergonzado.
-No pasa nada, me pongo muy susceptible cuando alguien se toma a broma este tipo de cosas. Creo que por eso estoy encerrado aquí… -murmuró melancólicamente.

Miró através de los barrotes de su ventana. Nao realmente se alegraba de que Amai fuera a quedarse aunque solo fuera por un tiempo, porque, no sabía cómo, pero cuando ella estaba Tsuke no asomaba su enmarañada cabeza. A veces pensaba que era como si la tuviese miedo.

-¿Nos vamos ya? -volvió a hablar tras esos segundos de silencio.
-¡Sí! -contestó sonriendo ampliamente el joven rubio. -Tengo mucha intriga por saber como es tu novia.
-No es mi novia… -replicó Nao ya algo resignado.

Bajaron las largas escaleras que conectaban la cuarta y primera planta del pabellón residencial. Las plantas tres y cuatro estaban casi deshabitadas la única con algo de actividad era la segunda. A Nao no le importaba no tener “vecinos” en su misma planta, puesto que no le gustaba relacionarse con nadie, pero a veces agradecía poder hablar con alguien real, no solo con Noa.
Al llegar a la recepción pudieron ver a Sachiko hablando animadamente con una joven bastante alta y esbelta con una enorme sonrisa dibujada en su cara. Su pelo era negro, como el de toda buena japonesa que se precie, y cortado a media melena. Llevaba una ropa que resultaba demasiado infantil para su edad.

-Mira quien viene por ahí. -dijo la enfermera al darse cuenta de que los dos chicos habían llegado.
-¡Nao! -exclamó la chica mientras corría apresuradamente a él.
-Hola Amai -contestó calmadamente, mientras ella saltaba a engancharse del cuello del chico en un efusivo abrazo que casi le hace caer.
-¡Cuánto tiempo! ¡Te tengo que contar muchas muchas cosas! -se separó de él y se que mirando unos segundos mirando fijamente a Nozomu con sus enormes y almendrados ojos pardos. -¿Y este niño quien es?
-Un conocido…
-Me llamo Nozomu Nozomi, encantado. -siguió el aludido.
-¡Eres una monada! -volvió a gritar ella achuchándolo demasiado fuerte para el delicado rubio. Nozomu era notablemente más bajito que la chica por lo que la situación era algo incomoda.
-Esto… me vas a ahogar…
-¡Uy! Perdón, es que eres una cucada. ¿Cuántos años tienes? -preguntó ya aflojando el abrazo.
-Diecisiete. -Amai le miró algo incrédula.
-¡Venga ya! ¡Como vas a ser solo un año menor que yo!
-Es verdad, Amai, es anoréxico, creo que por eso dejó de crecer.
-No soy anoréxico, en mi familia todos somos bajitos.
-¡Haber empezado por hay! Creí que me tomabas el pelo. Como ya sabes yo soy, Amai Akatsuki, soy amiga de Nao.
-Yo soy nuevo en este hospital solo llevo aquí una semana.
-¡Oh! Con que un novatillo, hay que ver, me ausento unos días y todo lo que cambia este sitio. ¿Qué tal? ¿Cuál es tu doctor?
-La señorita Tsubaki.
-¿La del pelo teñido de morado? Parece muy estricta y seria, pero es amiga de Mizu-chan.
-¿Mizu-chan? -preguntó Nozomu algo sorprendido.
-Nuestra doctora Mizuki. -aclaró Nao.
-Has tenido suerte ella solo se preocupa por su niñito. -mormuró refiriéndose a el castaño.
-Yo no soy el niñito de nadie.
-No poco, solo te sobre protege.
-Lo que tu digas, no voy a pelearme contigo por este tema.
-Porque sabes que llevo razón. Bueno, voy a llevar mis cosas a la habitación.
-Te acompañamos. -habló espontáneo Nozomu.
-Todavía me acuerdo de cómo se va, no me perderé. -bromeó la recién llegada.
-Te advierto que es muy testarudo.
-Me acostumbraré a él. -concluyó sonriente.

Subieron las escaleras para dejar la no demasiado grande maleta de Amai. Al pasar el segundo tramo de escaleras, en la tercera planta, al pasar por delante de la puerta cuyo número era el 197 Amai apoyó el oído en la entrada como si se tratara de espía de una novela detectivesca intentando escuchar una conversión secreta.

-Tranquila, Hanako no está. -inquirió Nao al ver el gesto de su compañera.
-Menos mal. Juro que no aguanto a esa… esa… no sabría como describirla.
-¿Quién es Hanako? -preguntó Nozomu lleno de curiosidad.
-No quieras saberlo te lo reaseguro. -advirtió la morena sin despegar la oreja de la puerta.

Pasaron al fin el último tramo de escaleras y volvieron a parar ante una habitación esta vez la 204. El cuarto de Amai estaba plagada de fotos de cachorros de distintas especies animales y macetas de las que salían pequeños brotes verdes. Esta decoración le daba un aspecto mucho más alegre que el del cuartucho de Nao, pese a que la distribución de los muebles y el color de las paredes se mantenía estable en ambas.

-Está tal y como la había dejado la última vez.
-¿Te gustan mucho los animales? -interrogó Nozomu observando las fotos de las paredes.
-¿Se nota mucho? -volvió a preguntar la chica a modo de contestación -Me encantan no se como la gente puede hacerles daño… Mira a esta cosita. -dijo con un tono bastante teatral señalando una imagen de un cachorro de foca revolcándose por el suelo nevado -¿Cómo puede alguien mirar a esta monería y tener el poco corazón de matarla a palotazos? Y no contentos con ello, luego arrancarles la piel y dejarlas hay tiradas en la nieve… Son unos monstruos.
-Pobrecitos, es horrible… -concluyó Nozomu poniendo una adorable expresión -¿A ti no te da pena, Nao?
-Ni me va ni me viene. -contestó el aludido en tono seco.
-¿Cómo dices eso? Míralo, si te está pidiendo que lo achuches con esos ojazos de bebé foca que tiene.
-Déjale. El es una de esas personas a las que no le parecen tiernos los animalitos. Cambiando de tema… ¿Has visto ya a los conejitos?
-¡¿Hay conejos?! Yo solo vi a las tortugas del estanque.
-Pues ven conmigo yo se donde están.
-¡Genial! Ya tenía ganas de ver a los animalillos que me dijeron que había.- exclamó el rubio con su cara llena de ilusión -Tenías razón Nao, Amai y yo nos vamos a llevar muy bien.
-*¡Sorsupuesto! -continuó ella cometiendo uno de sus habituales errores de pronunciación, cosa de la que Nozomu no pareció percatarse -A partir de ahora te nombro mi segundo mejor amigo. ¿Te parece bien?
-¡Pues claro que sí!

Nao les miró a ambos con una cara que mostraba una mezcla de incredulidad y resignación.
“¿Cómo podrá el mundo aguantar tanta energía reconcentrada en un mismo punto del universo?” Dijo Noa con cierto tono satírico. “No se como lo soportas tú, pero yo me estoy poniendo histérico.”

Nao no respondió a las palabras de su propia cabeza. Solo se dedicó a fijar la mirada en sus dos compañeros que daban pequeños brinquillos ilusionados mientras preparaban su plan de captura de conejos. Ya sabía él que ese par iban a hacer buenas migas. Se habían ido a juntar el hambre con las ganas de comer. Irónico por otro lado.

-Vamos, luego colocaré mis cosas. No hay tiempo que perder. - finalizó la joven haciendo el ademán de marcharse.

Amai, con paso firme y decidido, recorrió un largo trecho seguida por los dos chicos, has ta llegar a los jardines. Al este del centro había un pequeño para que los más jóvenes de los pacientes se divirtieran y un par de pistas para practicar distintos deportes. Y cerca de esta zona de recreo había un pequeño recinto de forma indefinida delimitado por unos altos y rigurosamente decorados barrotes. Era una zona de paseo cuya única utilidad era simplemente relajarse, leer o echarse a descansar en la hierva. Miraras donde mirases veías alguna planta o flor que llamaba tu atención. Nozomu giraba la cabeza de un lado a otro en una fuerte negación para no perderse ni un solo detalle. La primavera de aquel mayo había conseguido que los árboles y plantas estuvieran en su época de mayor esplendor.

La chica se paró en seco indicando a sus compañeros que hicieran lo mismo con un rápido gesto. Ninguno hizo ningún tipo de ruido. Amai se acercó sigilosamente a un pequeño agujero que había en el suelo. El rubio no quitaba la mirada de encima a su nueva amiga mientras esta rebuscaba en el hoyo para sacar de él un peludo conejito que se retorcía para que lo soltara hasta que la chica lo cogió de un modo mejor.

-Toma Nozomu. Agárralo así que si no se mueve mucho. -explicó ella cediéndole el animalito.
-Tiene las uñas muy largas, hace daño.
-Bueno, veras como si lo acaricias dentro de nada se calma.
-Bicho orejón. -murmuró Nao.
-¿Pero porqué no te gustan? -dijo la morena en tono indignado.
-No sé…

Nao y Amai empezaron un debate sobre los animales. La chica daba enérgicamente sus argumentos mientras que a él no parecían hacerle cambiar de idea. Nozomu sonrió al conejito que seguía sin calmarse. Finalmente el animal logró zafarse de las delgadas manos del chico y salir corriendo, la primera reacción del joven fue perseguirlo dentro del bosque sin que ninguno de los otros dos se diera cuenta. Zigzagueó unos cuanto metros entre los arbustos hasta que el animalillo se vio atrapado por el monstruoso rubito que logró atraparlo. Después de su captura miró a su alrededor pues no sabía muy bien donde estaba, se había despistado. Pero su ojo verdes volvieron a clavarse en algo que llamó su atención. Era una chica castaña que parecía dormida. Se acercó a ella y la miró fija y curiosamente como si comprobara que respiraba.

-Chica… -se decidió a hablar para comprobar si le escuchaba. -¿Estas despierta? ¿Te pasa algo?
La chica castaña abrió lentamente los ojos turquesa como si tuviera que volver a acostumbrarse a la luz.
-No… gracias, no me pasa nada. -contestó ella con un dulce hilo de voz..
-Menos mal… -siguió Nozomu fijándose en la tristona expresión que tenia la desconocida. - Pensé que te encontrabas mal o algo así. ¿Quieres coger un conejito? -explicó ofreciéndole un pequeño y peludo animal que llevaba en brazos pensando que la ayudaría a alegrarse.
-No muchas gracias. -musitó ella.
-¿Seguro? Dicen que coger animalitos ayuda a relajarse, anda toma, yo ya cogeré otro. -dijo el chico poniendo al conejo en brazos de la castaña.
-Bueno, vale…
-¡Nos has dado un susto de muerte, creíamos que te habrías perdido! -Exclamó Amai apareciendo detrás de unos arboles que no había muy lejos.
-Eso y deja en paz a la gente, ¿no ves que puedes molestar? -continuó Nao mientras ambos se acercaban al rubio.
-Pero es que la vi aquí sola y me asusté.
-Tu siempre eres un incordio. -continuó el castaño.
-No si no me molestaba… -intentó hablar la desconocida mientras los otros tres discutían.
-Veis, no la he molestado. -mostró Nozomu con tono de auto suficiencia. -Bueno nos marchamos, cuida bien al conejito. -finalizó dirigiendo sé a ella mientras se despedía con la mano.

-Nozomu… ¿por qué le has dado el conejito a esa chica? ¿No te gustaba? -preguntó Amai algo apenada por eso.
-Claro que me gustaba pero vi a esa chica que parecía muy triste… no sé quería animarla.
-De bueno eres tonto. -volvió a musitar Nao
-Nuestro Nono es un buenazo. -rió Amai pellizcando a Nozomu en la mejilla
-¿Nono? -cuestionó el rubio algo extrañado.
-Nozomu Nozomi, No-No, ¡Nono! Claro y en botella. -aclaró ella como si fuera obvio.
-A ver dejad vuestras tontas discusiones y vamos al pabellón que Mizuki-san querrá hablar contigo, Amai.
-Vale, vamos para allá. ¡Os echó una carrera! ¡El último que llegué es un bicho bola!-exclamó echando a correr.
-¡Eh! ¡Tramposa! ¡Yo no quiero ser un bicho bola! -siguió Nozomu haciendo lo mismo.

Nao volvió a mirarles alejarse, se iban a llevar muy bien, pero por otro lado sus días tranquilos definitivamente habían terminado.

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