domingo, 20 de febrero de 2011

14. Caprichos y egoismo.

El sol de los primeros días de julio ya pegaba fuertemente, sobretodo a las horas en las que la estrella se encontraba en lo más alto. Tanto era el calor de aquel día que las chicas habían decidido darse un baño en la fuente que recorría todo el hospital como si fuese un riachuelo. Nao y Nozomu no las acompañaban, cada uno por sus motivos. Nozomu realmente no estaba pasando ese calor sofocante del que Amai no paraba de quejarse y a Nao no le apetecía que nadie viese las cicatrices que tenía. Por eso ellos dos se conformaban con meter un poco los pies en el agua. La morena, en cambio, se divertía empapando a las compañeras de planta de Nozomu. Porque aparte de Nao y ella la mayoría pertenecían a aquella sección.

-¿De veras no tienes calor? -le preguntaba por tercera vez en la mañana el castaño a su amigo pasando calor de solo verlo con manga larga.
-No, bueno un poco si. -contestaba el chico alegre.
-¡Vamos chicos! ¡No seáis aburridos! -exclamó la chica salpicándoles para ver si así se animaban.
-¡Mira ahora ya estamos empapados! Ya no tenemos que meternos. -siguió el mayor de los chicos.
-Menudo rollazo… -musitó con un fingido enfado. Y un segundo después volvió a sonreír con cara de que la bombilla se le había encendido. -¡Chicos!
-¿Qué?
-¡Hoy es día siete del siete!
-¡Sí, es cierto! -continuó Nozomu con cara igual de ilusionada. -¡Hoy es el tanabata!
-¿Ya ha pasado una año? -dijo Nao como si no le gustase la idea de que fuese esa fecha.
-Sí, hoy tenemos que pedir los deseos y todo eso.
-Seguro que Sachiko-chan ya ha traído el bambú como todos los años. Además es casi como el día de Nozomu.
-¿Por?
-Porque se piden deseos y “nozomu” significa “desear”. -explicó el mismo rubio.
-Y “nozomi” “deseo” ¿no? -preguntó ella.
-Sí, pero yo lo escribo con el kanji de “esperanza”, así cuando se lee completo quiere decir “desear la esperanza”. Cosas de mi madre.
-Y por eso yo cuando me lo dijo pensé que era un nombre estúpido.
-¡Que malo! -riñó la chica.
-Valla que si lo hizo. Y eso que “nao kanou” significa “todavía posible”.
-Y por eso dije que el mío también lo era. Pero que conste que yo no lo escribo con esos kanjis sino con el silabario hiragana.
-¡Pues yo lo escribo como la palabra “dulce” y mi apellido como “amanecer”!
-Genial, lo voy a apuntar en la lista de cosas que si olvido moriré. -repuso Nao sin ánimo y con tono huraño.
-¡Ja ja! Pues que sepas que tus ironías no me van a fastidiar la noche. Listillo.
-Ya, ya se que hoy es un día estupendo y todas esas cosas.
-Claro porque viene Kei-chan.
-Sí también me dijeron que podía invitar a mi familia para ver los fuegos artificiales. -continuó Nozomu.
-Que suerte tenéis… -musitó en tono amargo de un modo con el que pretendía que no le escuchasen.

Los celos volvían a estar latentes en el interior de Nao. Odiaba aquellos días, no solo el siete, si no todos los que le seguían. La gente se marchaba de vacaciones con sus familias, se reencontraba con sus amigos, podían olvidarse aunque fuese durante unos días de que eran unos enfermos encerrados en un hospital. Amai se marchaba con Keigo todos los años, y siempre a algún sitio interesante del que volvía con mil historias para contarle. En ocasiones decía que las escribiría todas en un libro. Pero él nunca hacía nada digno de plasmarse en un relato… si ni siquiera salía de allí. Ojalá todos ellos se quedasen allí encerrados como él. Era egoísta, mucho y lo admitía pero no podía evitarlo.

Poco a poco fueron llegando los distintos familiares de los residentes del lugar. Uno de los primeros fue el tutor de la morena. Ella corrió ilusionada a abrazarlo efusivamente como si hiciese años que no le veía. Él lo primero que hizo en el rencuentro fue enseñarle el nuevo kimono que le había comprado para esas fechas en las que la gente recorría los festivales con ellos puestos. Era de color amarillo y con una infinidad de florecillas rosas decorándolo. Amai se le enganchó del cuello con una sonrisa de oreja a oreja dándole las gracias y dio una carrera al cuarto para probárselo aunque todavía quedasen horas para los fuegos artificiales, ella seguro que ya no se lo quitaría en todo el resto de la tarde. Un rato, bastante largo, después llegó la familia Nozomi saliendo de su coche plateado. La madre del chico, Fumiko Nozomi, no pudo ocultar la alegría que sentía la ver de nuevo a su hijo, aunque no hiciese mucho tiempo desde la última visita que le hicieron. Por otro lado el padre y Mihoshi se alegraban pero algo más suaves que la matriarca. Como Nozomu se había imaginado tanto ella como su hermana llevaban unos kimonos diseñados por la misma madre.

-¡Mirad! -exclamó el rubio cuando logró escabullirse de los brazos de su madre. -Os tengo que presentar a Nao y a Amai, los que os hablé la última vez. ¡Chicos venid! -dijo refiriéndose a sus dos compañeros.
-¿Esta es tu familia, Nozomu? -preguntó alegremente Amai acercándose a ellos.
-Sí, son ellos, estos son mis padres y mi hermana Mihoshi. Y ellos dos son Nao y Amai. -explicó el menos a ambos lados de la conversación.
-¡Encantada! Yo soy Amai Akatsuki, soy la nueva amiga de Nozomu. -se presentó la chica con una enérgica reverencia.
-El placer es nuestro. -habló el padre por los tres.
-Entonces tu eres Nao Kanou. -adivinó la madre.
-Sí, soy yo. Mucho gusto.
-Valla… -murmuró la hermana. -Nozomu, preséntale mejor tu amigo a tu hermana.
-Mihoshi, estás babeando. -se burló Nozomu con cara traviesa, por otro lado Nao no parecía ni percatarse del piropo que la chica le había lanzado.
-Eso pasa porque no estoy acostumbrada a ver chicos tan guapos. Como te tengo a ti de hermano. -respondió Mihoshi con tono jocoso.
-Venga no peléis que hace mucho que no os veis y deberíais de estar abrazándoos de la emoción. -repuso la madre de los dos rubios.
-Tener un hermano tiene que ser muy divertido… Ojalá yo tuviese uno. -rió Amai viendo como los Nozomi peleaban.
-No si son como ella, te lo aseguro.
-Bueno vale ya del tema. -cortó el padre.
-Eso, además ahora que dentro de unos días nos vamos a ir de vacaciones al pueblo tendréis que aguantaros a diario.
-Eso es lo único malo de ir al pueblo de la abuela… -musitó Nozomu.
-Bueno vamos a decorar el bambú y así mientras le presento a Kei-chan a tus padres. Ahora él está hablando con Mizuki-chan. -concluyó Amai sonriente comenzando a caminar seguida por todos los demás.

A el castaño le dio rabia escuchar eso de que su amigo también se marchaba y le dejaba solo. Intentó esconder ese escozor que le quemaba por dentro pero Nozomu se percató de aquella expresión en el rostro de su amigo y no pudo sentir pena de tan solo imaginarse aquellos días para Nao. No quería que el castaño se quedase allí sin nadie, estaba seguro de que eso no podía ser bueno para él. ¿Y si empeoraba mientras él y Amai no estaban en el hospital? De pronto al rubillo se le encendió la bombilla. Solo tenía que convencer a sus padres de que dejasen a Nao ir con ellos. Sus padres eran muy simpáticos y Nao muy educado y serio, seguro que estarían de acuerdo.

-Mamá, papá.-empezó Nozomu quedándose un poco detrás junto a ella y su marido mientras que Mihoshi hablaba con Amai animadas acompañadas por Nao. -¿Puedo pediros una cosa?
-Por supuesto hijo.
-Es sobre las vacaciones. Yo… Bueno había pensado en que nos vamos a ir y mi amigo Nao se va a quedar solo durante todo este tiempo.
-¿Si? ¿Él no se va a ningún sitio?
-Esa es la cuestión… Es que Nao no tiene a nadie… esta muy solo.
-¿No?
-No, él no me ha querido contar mucho solo sé que sus padres le abandonaron cuando era pequeño o algo así. Y ahora se va a tener que quedar aquí sin nadie porque Amai también se va con su padre.
-¿Nos estás pidiendo que le llevemos con nosotros?
-Sí… es que no quiero que se encuentre tan solo…
-Pero Nozomu… -la madre no sabía como objetar a lo que su hijo les pedía sin parecer demasiado ofensiva. -Tú amigo, Nao… ¿Por qué está aquí?
-Tiene esquizofrenia. -respondió el hijo de la pareja con una naturalidad que a los padrea asombró de cómo hablaba el chico de el tema.
-¿Un esquizofrénico? -preguntó la mujer un poco asustada por pensar que su hijo se estaba juntando con alguien con aquella enfermedad, puede que esa fuese la primera reacción normal que tenía una persona que no entendía de esos temas.
-Pero Nao es muy tranquilo, de veras… Los esquizofrénicos no son para nada como los de las series de crímenes… -continuó él intentando calmarla aunque no parecía conseguirlo.
-Ya aun así… Nozomu, compréndelo, es difícil meter en casa a un enfermo mental así. Además no lo conocemos casi, si hubiesemos hablado un poco más con él…
-Pero de verdad… Que Nao no va a hacer nada, el solo tiene que tomarse unas pastillas de vez en cuando y todo va bien. Y podéis hablar con él cuanto queráis, ya veréis que me daréis la razón. Puede que al principio parezca algo seco o borde pero luego… -pidió Nozomu si ocurrírsele como convencerles.
-Mira, lo sentimos pero no podemos hacerlo.
-¡Pues entonces yo no voy! -amenazó frunciendo el ceño e hinchando lo mofletes.
-¿Cómo que no vas? Hace más de un año que no ves a tu abuela, te echará de menos.
-¡Pero no voy a dejar al pobre Nao aquí encerrado y solo! ¡Asíque si él no viene pues yo tampoco! -masculló con tono de niño caprichoso y algo mimado. Los padres se miraron el uno al otro como deseándose paciencia mutuamente sabiendo que al final su hijo lograría lo que quería.
-Bueno… -empezó el padre -Pero primero queremos hablar con su doctora…
-¡Genial! ¡Gracias papis! Mizuki-san es muy simpática seguro que ella opina que si Nao sale de aquí se encontrará mejor. -comentó él echando a correr para atrapar a sus amigo y hermana. -Voy con ellos que ya tengo pensado el deseo que voy a pedir.

El chico se alegraba ya que sabía a ciencia cierta que sus padres accederían rápidamente a llevar consigo a su amigo. Al fin de al cabo el rubio siempre conseguía de ellos todo lo que se proponía. Sí, Nozomu era un niño consentido. Siempre lo había sido, estaba acostumbrado a que sus padres le hiciesen caso incluso por encima de su hermana mayor. Puede que eso para él fuera una de las mayores ventajas que encontraba de su vida pero realmente ninguno de los involucrados en los caprichos de Nozomu se diese cuenta de el daño que le hacían. Él siempre había sido muy sensible, cuando era pequeño se echaba a llorar cada vez que algo no le salía tal y como quería. Necesitaba que todo estuviese perfecto. Por eso, porque cada vez que las lágrimas se le saltaban sus padres corrían a ayudarle, a consolarle, a decirle que él lo había hecho bien, que era el mejor. Y cada cosa que quería se la conseguían sin dudar solo para que se alegrase un poco de su disgusto. Eso a la larga afectó al chico haciendo que se mal acostumbrase a aquello. Él era perfecto, tenía que ser perfecto. Tal vez, puede que en parte por eso Nozomu se encontrase en ese estado.