sábado, 19 de marzo de 2011

15. Nozomu's village.

La noche del Tanabata había dado comienzo oficialmente. Todas las chicas, tanto residentes como las que solo estaban de paso, tanto enfermeras como doctoras, ya se vestían con sus kimonos. La gente hacía cola alrededor de las ramitas verdes de bamboo para colgar las papeletas en ellas. Nao miraba atentamente como sus amigos intentaban hacer lo propio aunque él no se sintiese muy interesado en ello. Aun así Nozomu y Amai le habían acabado por convencer de que él también escribiese su deseo en uno de los papeles. La verdad es que los dos chicos intentando engancharlos en las hojas y dando grititos ilusionados le recordaba a un par de niños pequeños y le hacían sonreír ligeramente. Al final el castaño cedió a las peticiones de sus amigos y colocó el también su papeleta.

-¿Qué has pedido Nao? -preguntó Nozomu con cara curiosa fijando sus ojos verdes en el mayor.
-No te lo voy a decir. -contestó el aludido sin ni siquiera cambiar la expresión.
-¿Por qué no? Yo he pedido que mientras estoy aquí no cierren mi forito.
-Pues muy bien, te parecerá bonito.
-¿Y tú? Si yo te digo lo que quiero tienes que hacerlo tú también.
-Si tú me lo cuentas es problema tuyo, yo no tengo porque hablar de ello. Además este tipo de cosas siempre me han parecido algo triviales…
-¿Triviales? A veces no hay quien te entienda. Bueno, da lo mismo… Oye, ¿te gustaría venir conmigo de vacaciones?
-Supongo… Pero yo no voy a irme a ningún sitio.
-No, me refiero a que si te gustaría a ir a mi pueblo conmigo y mi familia.
-¿Lo dices en serio?
-Claro que si. Así ya no estarás aquí solo todo el verano. Además te lo pasarás muy bien enserio.
-Ya me lo puedo imaginar pero no quiero causar molestias en tu casa.
-Tú no eres ninguna molestia, descuida por eso.
-¿A tus padres no les importa?
-No, ya he hablado con ellos y me han dicho que se lo comentarán a Mizuki para ver que les dice ella, pero ya verás como si que te dejan.
-Pero…
-Ni peros ni peras. Tú te vienes conmigo “to the Nozomu’s Village” así que ve preparando la maleta.

Nozomu sabía perfectamente que Nao iría con ellos. Ya había convencido a sus padres y en esos momentos debían estar hablando con la psicóloga. Seguro que ella opinaba como el rubio, seguro que pensaba que nao tenía que salir. Y así era, cuando los patriarcas de la familia Nozomi le hablaron a la mujer de la idea de su hijo ella contestó con una amplia sonrisa que no tendrían de que preocuparse, que Nao era un chico muy tranquilo, solo tendrían que asegurarse de que se tomaba los calmantes y no debería pasar nada fuera de lo común. La morena de gafas estaba muy contenta de escuchar esa noticia, para su paciente sería realmente beneficioso estar en un ambiente familiar que encerrado en aquel sitio desde luego no iba a encontrar.

Un poco más convencidos de que podían fiarse del amigo de su hijo tras hablar con la especialista fueron a reunirse con ellos en el jardín. A lo mejor si a Nozomu le acompañaba alguien en quien confiara podría abrirse algo más a sus padres. En el fondo no era del todo una mala idea y todavía tenían cuatro días para preparar las cosas y hacer un huequito al chico en la casa de la madre de Fumiko. Se acercaron a los cuatro jóvenes que estaban comentando lo mal que se veían las estrellas desde la ciudad y que no se podían ver ninguna de las dos por las que se celebraba aquella fiesta, Vega y Altair.

-¿Ya habéis colgado vuestros deseos? -preguntó la mujer rubia desde detrás de ellos.
-Sí. -contestó el hijo. -¿Has hablado ya con Mizuki-san?
-Tranquilo hijo ya lo hemos hecho. -continuó el padre.
-¿Y a que os ha dicho que puede venir con nosotros?
-Sí… nos lo ha dicho…
-¿Entonces puede venir?
-Supongo que si…
-¡¿Has oído eso Nao?! -exclamó para llamar la atención del propio castaño que seguía sumido en la conversación con las dos chicas.
-¿El que? -interrogó el chico a modo de respuesta.
-Nao, vas a venir de vacaciones con nosotros. Ya verás, te va a encantar, allí si que se ven las estrellas, y hay animalitos, y un río…
-¿De veras me dejan ir? -volvió a cuestionar en cierto modo ignorando las alegres palabras del rubio.
-Si cariño, hazte a la idea de que no te vas a librar de nuestro hijo tan fácilmente. -respondió la madre con una sonrisa cálida.
-Pero es que no quiero estropearles los planes.
-Tranquilo tú solo haz la maletas.
-Pues… la verdad es que ahora no se que decir… gracias… muchas gracias… hacía mucho que no iba a ningún sitio en el verano.
-De nada hijo… -habló de nuevo la mujer.
-¡Que suerte! -exclamó Amai desde atrás escuchando la conversación de los Nozomi y su amigo -Os tenéis que echar muchas fotos para que yo pueda verlas cuando regrese del viaje con Kei-chan. ¡Ah! Si os tengo que presentar a Kei-chan. ¡Voy a llamarlo! -Y uniendo el dicho con el hecho dio una carrerilla para llamar a su tutor casi cayendo por lo difícil de caminar con esas sandalias de madera.
-Esa chica es muy nerviosa. -observó el padre del chico rubio.
-Sí, pero es muy simpática. Casi siempre está alegre, pero si se entristece, se molesta o se enfada no se la puede sacar de su cuarto. -informó el hijo de este.
-Ya veo. Nozomu ha conocido gente muy curiosa, me alegro de que te hallas echo amigos aquí, estábamos bastante asustados pensando que podías estar tú solo hasta que salieses de aquí. -habló la mujer posando la mano en el hombro del chico.
-Pues ya ves que no.
-Lo que me sorprende es que no hallas entablado esa relación con los pacientes como tú.
-Bueno eso es porque yo soy el único chico en la segunda planta y claro… Pero también he conocido más gente.
-El problema, -interrumpió Nao -es que los residentes de las plantas superiores somos considerados como peligrosos o violentos, por eso ninguno de los otros se acercan a nosotros, solo Nozomu se ha atrevido.
-Si es que soy más majo… -comentó el aludido como hincando su ego.
-¿Vosotros siempre os calificáis por las plantas en las que estáis?
-Más o menos. En este hospital no hay enfermos demasiado problemáticos porque a ellos se los llevan a otro que hay en una ciudad no demasiado lejos. Y dentro de este están en el pabellón A los ancianos y los niños, mientras que en este otro estamos nosotros. Pero además en el edificio dependiendo de la enfermedad estás en una planta u otra. Por ese motivo los del piso número uno y dos rara vez se relacionan con los de la tercera y cuarta.
-¿Pero eso no es como una separación algo clasista? O eso me parece… -puntualizó Mihoshi dando su punto de vista.
-Es solo un modo de estar organizados pero es inevitable que haya separaciones. No se si me explico muy bien.
-Entiendo… -afirmó el padre acompañando la palabra con un gesto con la cabeza.
-¡Hola de nuevo! -saludó a Amai agarrada de la mano de su padre adoptivo -¡Mira Kei-chan estos son los padres de Nono!
-Encantado mi nombre es Keigo Akatsuki, el tutor de esta cabeza nerviosa.
-Ya, nos ha dicho varias veces que tenía que presentárnoslo. Mucho gusto.
-¡Que suerte tiene Amai! ¿No? Keigo es muy guapo, cuando me hablaste de el me imaginé a un hombre de la edad de mis padres pero ya veo que no… -comentó la joven rubia acercándose a la paciente.
-¡A que sí! ¡Pero Kei-chan es mío, solo mío, mi tesoro. -bromeó la aludida enganchándose del brazo del hombre y restregándose como si de una gatita se tratara.
-¡Hala! ¡Ya comienzan los fuegos artificiales! -exclamó, dándose un pequeño susto con la explosión, Nozomu señalando las chispas de colores que caían del cielo como estrellitas fugaces.
-Que bonitos… -afirmó Amai sin soltarse de su tutor.
-Y ruidosos. ¿Verdad? -observó Nao viendo como el menor se tapaba los oídos con cada cohete.
-Es que no me gusta nada ese ruido.
-Miedoso… -musitó la hermana para que el joven no la escuchase.

Los fuegos llegaron a su fin y con ellos el pequeño festival que habían improvisado en el hospital. Los familiares de los residentes marcharon progresivamente casi en el mismo orden en el que habían venido. Entre ellos los padres y hermana de Nozomu que no se fueron sin antes recordarles que en cuatro días se marcharían y que se fuesen preparando para el viaje. Ahora simplemente te encontraban en esa situación extraña que se crea después de una fiesta. Cuando se empiezan a recoger los adornos y a guardarlos esperando la llegada del año siguiente. Lo único que pasaría la noche entera sin acabar en la basura sería el árbol de bamboo que aguardaría a la mañana.

Nozomu miró con ojos algo melancólicos como Sachiko y Hanabi guardaban todos los coloridos adornos en una caja de cartón con la ayuda de un hombre de la misma edad que ellas de pelo cenizo. La noche ya estaba entrada en horas, por lo menos más de lo que él estaba acostumbrado. Nao, Amai y el mismo permanecían sentados en un escalón mientras la gente te iba marchando a sus cuartos a descansar. El castaño parecía deseoso de hacer lo mismo que ellos porque ya los ojos se le cerraban solos como si dos pesos tirasen de ellos. Y curiosamente Amai parecía haber perdido toda su energía con la despedida de su familiar. Tras comentar alguna anécdota los dos mayores se marcharon a sus correspondientes habitaciones, por otro lado Nozomu no quería irse aún. No hacía tanto calor como todos decían. La brisa veraniega que soplaba y hacía que se le moviera el pelo haciéndole cosquillas en la sien era muy agradable. Y tampoco tenía tanto sueño. Pero si mucha curiosidad. Verdaderamente quería saber cual había sido el deseo que sus amigos habían escrito. Se acercó a l rama de bamboo para leer las papeletas. Si él había dicho su petición tenía derecho a saber el de ellos. Tubo que auparse sobre las puntas de sus pies para poder llegar sin problemas a descolgarlos. El primero que logró fue el de Amai, supo sin problemas que era el suyo puesto que el papel lo había decorado con el dibujo de un oso.

“Quiero pasarlo siempre muy bien!”

Leía el rubio cosa que hizo que sonriese ligeramente. Ese deseo era totalmente propio de la chica. Ahora se dispuso a hacer lo mismo con el de Nao. Buscó un segundo con la mirada donde lo podía haber colgado. Enseguida lo vio, la letra de Nao era inconfundible.

“Que desaparezca el Dolor.”

Era lo que ponía en la papeleta del castaño. Era un deseo de lo más extraño, que tampoco le extrañaba por parte de su amigo. “El Dolor…” Lo había escrito con mayúscula, conociendo mínimamente a Nao eso tenía que tener una simbología que el no llegaba a entender. Podía ser una personificación. Se paró a pensar un segundo detenidamente en ello, y en un solo fogonazo de inspiración recordó el primer día que estuvo allí. Cuando por casualidad encontró la vieja carpeta de Nao en el suelo. Justo antes de hacerlo escuchó la voz de Nao exclamar algo: “Déjame, Tsuke.” Sí eso fue lo que dijo en ese momento. “Tsuke” podía ser un acortamiento de “tsukeru” que en japonés significa “dolor”. Era imposible que todo ello fueran casualidades, una vale pero tantas era demasiado raro. Y lo que le dijo Amai acerca de que Nao siempre relacionaba a sus conocidos con sentimientos reforzaba su teoría. Ese tal Tsuke debía de ser alguien que se metía con el castaño, debía de ser realmente desagradable y malintencionado cuando Nao le llamaba como al dolor y deseaba que desapareciese. ¿Pero por qué Nao nunca le hablaba de esas cosas importantes? Si no lo hacía cómo le iba a poder ayudar. Sabía muy bien que él se negaría a contarle eso, podía ser por desconfianza o por orgullo, pero Nozomu Nozomi lograría que ese tipo dejase a su amigo. ¡Ja! O si no, no se llamaba Nozomu Nozomi. Y en el mejor momento puesto que iban a estar alejados de allí durante una temporada.