domingo, 7 de agosto de 2011

21. Determinismo.

Los ojos negros de Nao empezaron a abrirse pesadamente. Estaba tumbado en su futón cómodamente y debía de ser aun muy temprano puesto que en el de al lado todavía dormía Nozomu. La cabeza le dolía ligeramente pero no era demasiado molesto. Se quedó sentado sobre el futón con las piernas cruzadas. ¿Qué había ocurrido? ¿Cómo había llegado hasta allí de nuevo? Juraría que la noche anterior había sufrido el ataque de Tsuke y era imposible que Nozomu pudiera él solo con el moreno de los ojos escarlata. Miró al chico, estaba totalmente sumido en un sueño que por la expresión de su rostro debía ser muy placentero y tranquito.

“Es un debilucho, no podría ni asustar a un conejo.” Concluyó Noa.
-Lo sé, es imposible. Y más que el solo nos trajese hasta aquí.
“A lo mejor todo lo que pasó ayer no pasó realmente. Tal vez nunca saliste de esta casa.”
-¡No! Era real, tiene que serlo. Porque si no…
“Significa que sigues igual de enfermo… Ya me tengo ese cuento más que escuchado.”

Nozomu se rebulló entre sus sábanas hasta que se despertó por la voz de Nao. Sabía que hablaba con alguien y se imaginaba con quien puesto que en el cuarto no había nadie más. No se hacía a la idea de que dentro de su amigo hubiese otra voz, casi otra persona independiente, otra parte de Nao.

-Buenos días, chicos. -saludó sonriente mientras se incorporaba sorprendiendo bastante a Nao por el apelativo utilizado.
“¿Qué tornillo se le ha soltado a este ahora?” preguntó Noa. “¿Por qué habla en plural?”
-Creo que es que te saluda a ti también. -contestó el castaño a la voz.
-¿Estás hablando con Noa? ¿Está despierto? Porque cuando no te habla es algo así como si estuviese durmiendo, ¿no? ¿Y que dice? ¿Me saluda? -interrogó Nozomu emocionado acercándose demasiado a Nao mirándole a los ojos como si através de ellos pudiese ver a la alucinación.
“¡Dile que se aleje, me pone de los nervios!”
-Dice que te separes un poco, al parecer las voces necesitan también espacio vital. -contestó Nao.
-¿En serio? ¿Y puede verme y oírme? ¡Hola Noa! -habló de nuevo saludando con la mano, desde luego que aquella era una escena muy rara.
-Si puede oírte y verte, recuerda que es parte de mi mente, todo lo que noto, siento, o pienso él lo sabe a la perfección.
-¡Guau! ¿Y que tal te caigo?
“Como una patada en el culo.”
-Creo que no muy bien.
-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! Si yo no le he hecho nada. -se quejó el menor .
-Ya, pero como te dije está mosqueado porque cree que no le necesito. Está algo celoso.
“¡Eso no es verdad yo no estoy celoso!”
-¿Está celoso? ¿De mi?
“¡A ver que le vas a decir al mocoso este!”
-Un poco. Pero yo se que en el fondo le gustas. -finalizó intentando parecer lo más amable posible.
-¿De verdad?
“¡No!”
-Pero no lo admite.
“Mentiroso, más que mentiroso. ¡No te inventes cosas! O hago que tengas pesadillas…”
-Mejor le dejamos un poco, se ha despertado con la neurona izquierda.
-Valla, no parece muy agradable.
-Yo nunca te dije que lo fuese, más bien lo contrario es un borde rematado.
-Pero yo quiero ser amigo suyo.
-Es una voz, no está vivo.
-Ya pero es una parte más de ti, y ayer dijiste que era casi como una persona, me parece que hasta que no le guste a él no seré de verdad amigo tuyo.
-Anda no digas tonterías si a mi me gustase lo mismo que a él ayer no hubiese echado a correr.

Era verdad, se recordaba así mismo por el bosque corriendo desesperado. Y como Tsuke le seguía, si aquello había sido una alucinación era la más realista en mucho tiempo.

-Nozomu, ayer… en el bosque. ¿Había alguien a parte de nosotros?
-No, yo no vi a nadie pero tú parecías tan asustado… no se que decirte.
-¿Y como me trajiste hasta aquí?
-Ah… Tuve que llamar a mi padre para que viniese con el coche a llevarnos. Sabes, pesas un montón.
-Pues entonces iré a darle las gracias y a disculparme por las molestias.
-De seguro que estará en la biblioteca del sótano.
-¿Tenéis una biblioteca en el sótano?
-Sí, a mi padre le encantan los libros. Tiene una colección enorme.
-A mejor conoces un libro que se titula: El fabricante de estrellas. Llevo mucho tiempo buscándolo. El autor es Elyan Lovel.
-No lo sé, pero seguro que mi padre lo tiene. Nos vestimos y vamos bajando a desayunar, luego le pregunto a mi padre.

Y uniendo el dicho con lo hecho en un par de minutos ya estaban reunidos en la mesa. El desayuno fue tranquilo, demasiado tranquilo. Nao notaba que algo no iba bien, todos estaban demasiado serios, por lo poco que conocía a la familia sabía que eso no era normal en ellos. Tenía la impresión de que era por su culpa, estaba convencido de que ese comportamiento se debía a lo ocurrido la noche anterior en el bosque. Aunque no había pasado nada grave la crisis que sufrió seguro que asustó a la familia de su amigo. Lo entendía en el fondo, no le gustaba pero entendía que ahora les resultase una persona peligrosa o les diese miedo. Por una vez que se sentía acogido en un sitio tenía que pasar eso. Inconcientemente bajó la cabeza y suspiró profundamente.

Nozomu lo notó, escuchó la apenada respiración del castaño. Él no quería que se sintiese mal, no era su culpa. Le había dado el susto de su vida pero no había hecho nada malo. Él no era el culpable de estar enfermo, ¿o acaso se culpa a alguien con asma de toser? Pues a alguien con esquizofrenia no se le puede culpar de tener una alucinación.

-Papá. ¿Tú conoces un libro que se llama: El fabricante de estrellas? -preguntó queriendo romper el hielo que parecía cubrir la escena.
-No… No me suena de nada. ¿por qué lo preguntas? -contestó el padre del joven.
-Nao quiere leerlo. ¿No lo tendrás en la biblioteca?
-Ya te he dicho que no lo conozco.
-Pero podemos mirar… solo por si acaso.
-Nozomu, si no lo tiene no pasa nada, no quiero molestar más.
-Si solo vamos a echar una ojeada. No molestamos, ni que fuésemos a desordenarlo todo.
-Bueno, haced lo que queráis. Pero tened cuidado de que no se os caiga nada.
-Descuida, soy torpe pero no tanto.
-Teniendo en cuenta de que te caíste de culo a un río no sabría yo que decirte. -habló la hermana en tono jocoso.
-Nadie te ha dado vela en este entierro Mihoshi. Además no me caí de culo. -aclaró haciéndole una fea mueca a la rubia.
-¡Dejad de pelear! Mihoshi no te metas con tu hermano pequeño y tú Nozomu no le saques la lengua a ella. Valla visión que dais, sois hermanos tendríais que quereros un poco más.-riñó la madre.
-Vale… -hablaron los dos casi al unísono.

Tras esas palabras el silencio volvió a apoderarse de la mesa. El pequeño rubio recordó la noche anterior, cómo tuvo que llamar a su padre con el móvil corriendo explicándole lo que había pasado. Y como su madre había corrido a preguntar como se encontraba él, no Nao que a fin de cuentas era el que lo había pasado peor, pero le preguntó por él. Obviamente era su hijo, era normal que se preocupase por él, pero Nozomu lo interpretaba como que consideraba a Nao malo o peligroso.

Después del desayuno los dos chicos se dirigieron al sótano donde estaban los libros. La verdad es que había una gran cantidad de ellos, más de los que Nao se había imaginado. La sale era amplia y, aunque oscura, estaba muy limpia, se notaba que la anciana lo limpiaba a menudo. Las estanterías estaban repletas tanto que el castaño llegó a temer que se le cayesen encima.

-¿Qué tipo de libro era?
-Es una recopilación de cuentos.
-Ah… ya veo. -dijo Nozomu empezando a mirar en las estanterías. -Nao, perdónalos. A mis padres… Sé que hoy han estado muy raros contigo.
-No pasa nada, lo entiendo. Pero con la incomodidad al final no le he dado las gracias a tu padre.
-Es verdad… Cambiando de tema, ¿los cuentos esos son bonitos?
-La verdad es que no, fueron escritos durante la segunda guerra mundial. La mayoría hablan de gente que se siente sola, ya sabes. Él que le da título al libro trataba de un hombre que había perdido todo lo que quería en la guerra y que pensaba suicidarse. Pero ve caer una estrella fugaz y desea que algo se lo impida. Entonces antes de tirarse al vacío escucha a un niño llorando junto a su madre muerta… -Nao hizo una pausa.
-¿Él se lo impidió?
-Sí, esa era la estrella fugaz que había caído, había cogido esa forma para que él no se suicidase y decidiese adoptar al pequeño. Pero después de unos años el niño también muere por un atentado pero antes de hacerlo le regala la estrella que le impidió suicidarse la primera vez para que recuerde que siempre hay algo por lo que vivir.
-Que triste.
-Pero la vida es así.
-Ya pero, ¿quién le cuenta ese cuento a un niño?
-Bueno es que no son cuentos para niños. Los relatos cortos no tienen que ser necesariamente infantiles.
-Pero tú los leíste cuando eras pequeño.
-Pero porque donde yo vivía no había nada más que leer.
-Pues que mal. Aunque ese tipo de cosas te pegan mucho.
-¿Tú crees? Un poco de razón puede que tengas.
-¿Habéis tenido suerte? -preguntó Nagato entrando por la puerta.
-Nada, parece que no lo tienes. -contestó su hijo.
-Ya te lo decía yo. ¿Nao, te gusta leer?
-Sí, en el hospital es, aparte de dibujar, una de las pocas cosas que me entretienen. Creo que me he leído todos los que hay en la biblioteca del centro.
-¿Y que temas te interesan? -volvió a cuestionar acercándose a la estantería.
-Bueno, hay varios, me gusta bastante la filosofía. He leído bastante.
-Filosofía… ¿Has leído Meditaciones Metafísicas?
-Sí, de Descartes. La verdad es que no estoy muy de acuerdo con las teorías racionalistas de ese hombre.
-¿Te consideras más bien empirista?
-¡No! De ningún modo. Para mí la teoría de Hume es pura fantasía. ¿Cómo voy a creer que la verdad viene de la experiencia y los sentidos si ayer mismo tuve una alucinación?
-Claro, es normal que no creas en esos temas.
-Creo que me he perdido… -se quejó Nozomu puesto que no entendían de lo que hablaban su padre y su amigo.
-De la Europa moderna Kant me parece el más… no se como explicarlo… La cuestión es que en realidad creo que soy más determinista que racional o empírico.
-¿Determinista? Eres el primer chico de tu edad al que oigo decir eso.
-¿Qué quiere decir eso? -preguntó Nozomu aunque ellos le ignorasen completamente.
-Sí… sé que es raro.
-No solo me llama la atención. Siento no tener el libro que quieres.
-No pasa nada. Y quería darle las gracias por traerme ayer.
-¿Qué iba a hacer? ¿Dejarte en el bosque?
-Es que estoy causando muchas molestias.
-Anda y no te preocupes más por eso. Además Nozomu estaba allí para ayudar.
-Jeje, soy un héroe.
-Pero deberías ser más estudioso como tu amigo Nao. Me ha dejado impresionado con todo lo que entiende de filosofía.
-Jopeta, ya sabes que esas cosas no me gustan mucho. La filo es de lo que menos.
-¡Uy! No sé que vamos a hacer contigo, desastre teñido. -bromeó su padre revolviéndole el pelo antes de salir por la puerta.

El determinismo es una doctrina filosófica que sostiene que todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y acciones humanas, están causalmente determinados por la irrompible cadena causa-consecuencia. Nao de verdad creía que así se trataba, no creía en las casualidades. Puede que simplemente pensar que a él le ocurrían esas cosas por azar le daba rabia. No le gustaba imaginarse que de todas las personas que habitan la tierra la suerte quiso que él viviese esa vida. Tenía que haber una razón, algo, un motivo que él no conseguía ver por ningún lado. Pero tenía que existir, igual que la estrella fugaz estaba destinada a caer cuando el hombre del cuento iba a acabar con su vida.