martes, 20 de septiembre de 2011

23. Perdidos en el Laberinto.

La libertad se había terminado ya. Era una pena pero Nao y Nozomu le decían adiós a sus vacaciones fuera del hospital y se disponían a regresar montados en el coche de la familia Nozomi. El viaje era corto, para Nozomu le resultó idéntico al que hizo el primer día que estuvo en ese hospital, pero con la diferencia de que ya no llevaba el miedo de estar solo. Porque ahora tenía amigos y eso le alegraba. Ya tenía ganas de volver a ver a Amai después de tanto tiempo. Pero lo que nadie salvo él sabía era que ahora ya ni si quiera se aburriría cuando no estuviesen ellos dos visibles.

Al llegar la psicóloga de Nao, Mizuki, les estaba esperando. El rubio pensaba que esa mujer era muy protectora con el castaño, casi como una madre, la verdad es que le hubiese gustado que la suya fuera un poco más amable, más como la morena y no tan seca como era. Les saludó cariñosamente y luego le dijo al rubio que le gustaría que hablaran de cómo ha estado Nao esos días fuera pero que antes se reinstalaran en las habitaciones.

Este proceso en el caso de Nao fue de lo más rápido, al parecer Amai no había podido volver ese día por un problema con el avión, según les dijo Mizuki. Por otro lado Nozomu, que era mucho más organizado tardó en colocar toda la ropa que se había llevado de viaje. Y no solo era la ropa.

-Nao, Nao. -dijo en un susurro, indicándole que quería pasar a la habitación, no quería que nadie supiera lo que había escondido en su maleta. -He traido una cosa. Te la enseño a ti pero a nadie más. Ni se te ocurra decírselo a nadie.
-¿El que es por el amor de Dios? ¿Droga? -contestó el castaño sentándose sobre la cama del cuarto.
-Mira. -habló mientras de uno de los jerseys sacaba un pequeño portátil, el mismo que el día anterior vio en la casa.
-Es tu ordenador. ¿Por qué lo has traído? Aquí ya hay ordenadores.
-Ya, pero tienen un montón de cosas censuradas y no te puedes meter en el mío no. Si se entera alguien me va a caer una buena. Me he traído hasta el pincho con conexión a Internet.
-¡Eres un…! -exclamó Nao algo enfadado pero sin saber como reprochárselo.
-Venga Nao, no te enfades. No es malo, solo lo quiero para conectarme a hablar con mis amigas del foro.
-Mira, haz lo que te de la gana pero no pienso ayudarte si te pillan. No es asunto mío.
-Gracias, Nao. ¿Pero puedo dejarlo en tu cuarto mientras voy a hablar con Mizuki?
-Te he dicho que hagas lo que quieras, no me vas a hacer caso de todos modos.
-Bien. Pues voy a ponerlo aquí. -dijo dejándolo sobre la mesa y presionando al botón de encendido. -Te lo enciendo, vale, puedes mirar lo que quieras.
-Sabes que no me gustan esas cosa.
-Ya pero a ver si así aprendes a usarlo. -habló riendo el chico.
-Ni lo voy a tocar…
-Bueno, aquí está. Yo me voy a hablar con Mizuki sobre lo requetebién que nos lo pasamos en el pueblo. -finalizó saliendo por la puerta.

Nao se quedó asolas con la máquina. Como muy bien le había dicho a Nozomu, no le interesaba lo más mínimo. Pero de pronto escuchó un sonido corto pero intenso y vio una pestaña abierta en la pantalla. Una que antes o estaba. Se acercó a mirar lo que ponía. No sabía lo que era muy bien.

Hola, Pia.

Había escrito. ¿Qué sería eso? ¿Estaban hablando? Debía de ser eso de lo que la gente llamaba chat. Podía parecer raro que alguien no supiese lo que era un chat, pero Nao no había tocado un ordenador a no ser que fuese para estudiar, y en un hospital no suelen hablar de esos temas. Por eso no estaba seguro de lo que se trataba, cosas como esa hacían que se sintiera como si viviese en una burbuja.

Volvió a sonar el ordenador asustando un poco al castaño.

Pia, ¿estás ahí?

Leyó Nao debajo del mensaje anterior. Tendría que contestar.

No soy Pia, este es el ordenador de Nozomu. Escribió bastante torpemente.
¿Nozomu? Será el nombre autentico de Pia. Respondió la persona de detrás de la pantalla.
Será. Puso el castaño que no salía de su asombro.
¿Y tú quien eres?
Yo, Nao.
¿Eres amigo de Nozomu?
Sí.
Es que estoy un poco deprimida. Y necesitaba hablar con alguien. ¿Tú eres como nosotras?
¿Cómo qué?
Ya sabes… que si eres un príncipe…
Sigo igual.
A Nozomu la ingresaron.
Lo sé, yo también estoy ingresado.
¿De veras?
Si.
¿Y como es? Es que me van a ingresar en uno y estoy algo nerviosa.

-¿Qué como es? Menuda pregunta… -dijo Nao en voz alta para si mismo. Le costaba bastante escribir al teclado ya que solo movía un par de dedos lo que le ralentizaba bastante y hacía pesada la conversación.

Bueno, no es tan malo.
¿Cuánto llevas allí?
Poco… Unos meses.

“¡Qué mentiroso eres!” habló Noa de modo despectivo.
-Ya, pero pobre chica, no quiero que se asuste.
“Al final resulta que vas a ser un blando.”
-Lo sé, pero no puedo evitar que me de pena. Sé lo que debe de sentir. Debe de estar perdida, perdida y atemorizada. Eso es muy triste.

Lo siento pero me tengo que ir. Dale recuerdos a Pia.
Vale.
Nos leemos, adiós.
Adiós.

Nao estaba bastante sorprendido. Le resultaba increíble que se pudiese hablar con alguien que no sabía donde estaba ni como era. Ahora que lo pensaba cuando la chica hablaba se refería a Nozomu como una chica. Claro, Nozomu era un nombre que se le podía poner tanto a un niño como a una niña, y viendo que su sobrenombre era Pia normal que pensase que era una mujer.

-Con que eso pasó… -dijo la mujer de anteojos desde el otro lado de la mesa en la que se había sentado junto a Nozomu.
-Sí, se puso muy nervioso… pero hice como me enseñaste y todo salio bien. -aclaró el rubio orgulloso de si mismo. -Pero por lo demás nos o pasamos muy bien.
-Fuiste muy valiente, Nozomu. Muchos no hubiesen sido capaces.
-Gracias… -contestó poniéndose algo colorado. -Mizuki-san, ¿tú sabes quien es Tsuke?
-¿Tsuke? ¿Te ha hablado Nao de él?
-Bueno, no exactamente, cuando se lo pregunté es cuando se puso así, como le he contado.
-No me extraña. Es una larga historia.
-Pero quiero saberlo. Él me ha contado cosas sobre Noa, pero nunca quiere hablar de Tsuke.
-La verdad es que es complicado. ¿Nao no te ha hablado de nada?
-Ya le he dicho que no. Nada de nada. Pero ese tipo debe de portarse muy mal con él así que creo que alguien tiene que hacer algo.
-No hace falta hacer nada, Nozomu, Tsuke no existe. -habló muy seriamente la doctora.
-¿No? Pues… ¿Por qué Nao le tiene tanto miedo?
-Porque el cree que existe, y de hecho una vez existió.
-¡Yo me estoy haciendo un lío!
-Espera un momento… -pidió la morena mientras se levantaba a buscar algo en uno de los que parecían miles de archivadores que tenía en el despacho. -Aquí está…
-¿El que? -preguntó Nozomu curioso.
-El expediente de Nao. -volvió la mujer con uno de los cuadernos en la mano. -Y este… El autentico Tsuke. -dijo tendiéndole una fotografía.

En ella se veía a un hombre joven, no llegaría a los treinta años. Su pelo era corto y castaño con los ojos igualmente marrones. Se daba cierto aire al propio Nao. La verdad es que no se podía creer que ese fuese el hombre que aterrorizaba al castaño, ya que se veía bastante amable.

-Su nombre autentico era Ritsuke Shihana. El hermano menor de Manami Kanou, la madre de Nao.
-En otras palabras que es el tío de Nao. -dedujo Nozomu.
-Era.
-¿Qué le pasó?
-Murió. Mejor dicho se quitó la vida. Cuando los padres de Nao murieron en aquel accidente…
-¡¿Los padres de Nao están muertos?! -interrumpió bastante impactado por la noticia que acababa de darle.
-Si…
-Pe… pero… Nao, Nao dice que… -intentó hablar poniéndose algo nervioso.
-Nao no lo sabe, bueno lo sabe pero no quiere admitirlo. Su cerebro se niega a aceptar lo que pasó, no quiere pensar que está solo. Él mismo se creó la ilusión de que solo se han marchado y que volverán a por él. Lo cree desde que es mi paciente, lleva cinco años, si no más pensando que su familia regresará. -explicó la doctora con un deje de amargura.
-Pero… eso en imposible, son muchos años…
-Ya, pero el poder de la mente humana es mayor del que nos imaginamos. ÉL se creó esa realidad alternativa y cree fielmente en ella. Para Nao esa es la verdad, y por mucho que se le diga lo contrario lo seguirá siendo.
-No lo entiendo…
-Es normal. Estos temas son complicados hasta para los mejores psiquiatras. Nadie entiende al cien por cien la mente humana.
-¿Pero está bien dejarle vivir en un engaño?
-La moral es todavía más complicada. Ese engaño es la única esperanza que le queda, si no puede que ya se hubiese rendido hace mucho. Pero no lo ha hecho porque confía en que todo volverá a ser como era antes del accidente. La soledad puede ser devastadora en una persona. Y Nao ha estado muy solo. -Mizuki miró al chico que no contestaba solo observaba la fotografía del “autentico Tsuke”. -Solo te pido, Nozomu, que no le digas nada de esto a él. Se supone que no te puedo contar esto.
-¿Y por qué me lo dice?
-Nozomu, no sé porqué pero confió ciegamente en ti. Puede que lo único que necesite Nao sea otra esperanza. -contestó sonriéndole poniendo la mano en el hombro del joven. -No te digo que valla a ser fácil, pero sin la presión de que sea un doctor creo que eres más efectivo que todos los medicamentos que le podamos dar. Eso es todo lo que tengo que añadir.

Con esas palabras, las cuales Nozomu aun no era capaz de entender, salió de la consulta dispuesto a regresar con su amigo. Le habían impresionado. Nao debía pasarlo fatal para tener que sufrir aquello. Sobre su historia personal no había sacado nada en claro pero había dado un gran paso en ese laberinto que era el castaño. En ese laberinto en el que tanto Nao como Nozomu y tantas otras personas caminaban perdidas. Y aun así se sentía mal, como si hubiese estado leyendo en su diario o algo así. Parecía que llevaba un peso que le oprimía y que no le dejaba respirar bien, puede que fuera una especie de conciencia, aunque sabía que no hacía mal, le dolía. Tal vez hubiese preferido no saberlo, ahora no podría sacarse de la cabeza la historia que le había contado la doctora. Tuvo que ser muy duro, él no hubiese sido capaz de aguantar estar tan solo. Cuando Nozomu sufrió problemas en clase calló en la anorexia. Nao era mucho más fuerte y valiente de lo que se imaginaba, era admirable. Aunque pensándolo bien no sabía que le ocurrió exactamente. Y quería saberlo, pero del propio Nao, no de otra persona. Quería llegar a tener un vinculo tan fuerte con el mayor que este fuese capaz de tener la confianza de contarle su versión. Aunque no fuese la autentica, aunque fuera todo una ilusión. Ya tendría tiempo de que le corrigieran, pero quería saber lo que de veras sentía Nao.

-Ya estoy aquí. -saludó entrando el cuarto 202 con gesto decaído.
-¿Qué tal? Mizuki no te ha dejado en paz hasta que no le has contado lo de mi alucinación.
-Que bien te lo sabes. -contestó sentándose al lado del chico que dibujaba sobre la cama.
-Por cierto, una chica me ha hablado por el ordenador.
-¿Una chica?
-Si se auto denominaba “princesa”. Y se creía que era una chica que se llamaba Pia.
-Entonces no puede ser otra que AloneLife.
-Que nombre más raro.
-Es su nick. El mío es Pia38, por eso me llama Pia. Me puse un nombre de chica porque en el foro en que la conocí eran la mayoría mujeres y quería integrarme. -explicó sin su animo habitual.
-Ya… ¿Te pasa algo, Nozomu? -preguntó desviando su mirada negra del cuaderno al chico.
-No, no me pasa nada. -contestó apoyándose en el hombro de Nao. -Solo es que estoy un poco cansado por el viaje de ayer y el de hoy. ¿Qué dibujas?
-Nada… nada importante. -contestó él con el mismo ánimo mientras reposaba él también la mejilla en el pelo rubio de Nozomu. -Será que también estoy cansado… muy cansado

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